El amor se acaba. Así de simple. Así de terrible, así de franco, así de real. A veces podemos luchar hasta el ultimo momento, hasta que se acaba el aliento. Pero nada, nada es eterno, como dice el gran J. Álvarez en aquella canción que me despierta a las 6:00 am para enfrentar la ducha fría (gracias Cálida, espero que este martes por fin conecten la terma en el depa)
Pero otras veces, solo
queda abrir las manos y dejarlo ir (olvida eso de ‘si fue tuyo déjalo ir’
porque ya no lo es) Y entonces hay que llorar, enterrar, hacer duelo y volver a
andar. ¿Por qué? Porque el corazón siempre merece una nueva oportunidad (no
pongo segunda porque creo que seria la quinta o sexta) y sobre todo porque no
se puede y no se debe vivir del amor, no se debe, no se debe (vivir del amor).
Nunca es tarde para pedir perdón. Y sigue la canción. Al menos la canción sigue
¿verdad?
Nosotros, los de entonces ya no somos los mismos como dijo
Neruda en el Poema 20. También dijo aquello de es tan corto el amor y tan largo
el olvido y hablaba de la confusión de querer y no querer, de toda la rabia y miedo
que esto puede significar en nuestra vida.
Formar pareja es uno de los anhelos mas queridos de todo ser
humano, pero como toda ilusión, ésta se ve frustrada muchas veces por factores
que desarman el sueño y lo convierten en una pesadilla mas grande que las de la
calle Elm, es lo que convierten muchas veces a parejas que eran ‘el uno para el
otro’ en parejas con cartel de pare-de-sufrir-mas-la-rosa consagrada incluido.
¿Somos demasiado soñadores? ¿Somos demasiado idealistas? ¿Nos
hacemos muchas preguntas en vez de actuar y dejar que las cosas simplemente
sucedan? ¿Analizamos demasiado las posibilidades y no nos atrevemos a
equivocarnos porque le tememos a todo y a todos?
La culpa no es del corazón, ni de el ni de ella, como ya
dije, el amor acaba. Lo se, lo he vivido. Y mucho mas pronto de lo que desearíamos.
Seguir juntos a partir de entonces es una decisión más que un impulso
irrefrenable. Creo que todo parte de lo que creemos nosotros que es una pareja.
De esta simple definición parte y es origen de todo este complejo tema que es
el amor. (Si, otra vez tu hablando de amor, que novedad)
La causa es que ese ‘ideal’ de pareja y de amor actual
difiere mucho de las ilusiones de nuestros antepasados, hace 10 ó 20 años atrás,
donde el ‘para toda la vida’ no eran solamente palabras aburridas en un sermón que
culminaba con el ‘y ahora puede besar a la novia’ sino que se han convertido
con el transcurrir del tiempo en el actualizado ‘hasta que el ampay o la trampa
los separe versión 2.0’.
Creo que a medida que vamos avanzando hacia la modernidad habrán
mas separaciones. Esos son los desafíos que enfrentamos como sociedad, porque
no trabajamos ese ‘amor’ del que todos hablamos y por el que no hacemos nada.
Absolutamente nada.
Las parejas de hoy en día no tienen intensión de casarse y
formar una familia: En serio, que es eso ¿casarse? Paso, paso sin ver; sino
miremos a nuestros papás, aun ahora durmiendo en camas separadas, gritándose todo
el día y quejándose con su familia de que ‘ya no es como antes’; compartiendo
gastos cual extensiones de una billetera que se agota antes de fin de mes
(claro no en todos los casos) pero ¿Qué paso con aquella familia modelo que
tomaba desayuno junta, se contaba todo, pedían consejos, compartían sus cosas y
se pasaba la Manty en sana armonía?
¿Que paso? Pues que esa familia se convirtió en la familia
Simpson, una un tanto más descarada y sincera a boca de jarro, con malas
palabras, ajos y cebollas, modales de cargador de la parada (sin ofender claro
sino me linchan), que te dice en tu cara pelada lo que opina de ti, se ríe,
mira cable todo el día, gasta lo que no tiene en ropa y espera que pasen los días
y los meses para empezar de nuevo ese precioso circulo de la vida que no es
tampoco como el Rey León lo pintaba, sino mucho peor.
Creo que antes, los matrimonios eran posibles porque a pocos
se les ocurría engañar o abandonar a sus familias, y si lo hacían, no eran tan
descarados como ahora. Pero ahora el concepto de familia ha cambiado, y mucho
para nuestra desgracia. Ahora tenemos diversos
tipos de pareja: desde los amigovios de fin de semana, los ups, amigos con derecho (a roce) pasando por
eternos enamorados, choques y fuga, clicks, convivientes, etc, etc.
Y es que ser pareja es chamba, es tiempo, ganas, paciencia,
humildad, suerte y buena voluntad de ambas partes, con su mantenimiento
respectivo de modo periódico y de espacios
de encuentros abiertos al dialogo y no al grito descarado. Entender esto es
clave, entenderlo a tiempo, básico.
Estas son las nuevas manifestaciones de la mal llamada ‘modernidad’
con las que convivimos y es que ahora a todo le llamamos amor; cualquier
sentimiento que nos pone la piel de gallina o que nos ruboriza por 5 minutos o
más ya es automáticamente amor, ya no es ilusión o fantasía: Todo es amor con A
mayúscula. Así, hemos remplazado finalmente el ‘hasta que la muerte los separe’
en ‘por el tiempo que dure o se soporten’. Es por eso que hoy buscamos una ‘libertad’
tan extraña que el termino ‘pareja’ es sinónimo
de imposible.
Y quien mejor que Coehlo para definir, mejor que nadie, todo
este ‘tema de medianoche’, el mismo que viene siendo una constante que no se
aleja de nuestras vidas (de la mía también), tal vez porque así lo queremos, de
este modo tan extraño e indefinible a veces, que nos hace sufrir y preguntarnos
que demonios paso. Bueno, regresando a Coehlo, él decía en sus 11 Minutos que
durante buena parte de nuestra vida hemos entendido el amor como una especie de
esclavitud consentida.
Pero no es así, si partimos desde la premisa de que la
libertad solo existe cuando existe el amor (si, dije y escribí ‘premisa’ y por
momentos sueno como un protagonista de Bing Bang Theory) Y es que además de
aquello de ‘dejar en libertad’ quien se ha entregado totalmente, quien se
siente libre con esta entrega, ama al máximo y es plenamente feliz. Si, si
entiendo que suenan a palabras de gurú, del horóscopo de la Somos o de
cualquier aplicación astral de Facebook.
Entonces si y solo sí, quien ama al máximo, se siente libre.
Wow, porque es tan difícil entender tanta verdad. Pero (si, el terrible pero)
en el amor cada uno de nosotros es responsable por lo que siente y no podemos culpar
al otro por sentir (o no sentir) lo mismo; tampoco podemos culparlo ni odiarlo para
siempre ya que este ‘sentir’ no es algo que podamos controlar o porque ‘si tu
das el 100% esa persona también deba dar el 100%’ solo porque si.
Así no funcionan las cosas y sé que todo esto que escribo a
media noche, muchos lo sabemos de buena fuente, de la mejor de las fuentes:
nuestra experiencia. Sufrida y con muchas re-lecturas pero nuestra experiencia
al fin.
Y esta señoras y señores, es la verdadera experiencia de
libertad, ‘tener’ lo mas importante del mundo y no poseerlo. Esta es la gran
verdad de la vida, que a algunos nos toma más de 7 años en entender y a otros
nos queda claro desde el principio pero aun así nos arriesgamos a jugar a riesgo
de perderlo todo (nuevamente); para levantarnos y seguir cayendo como decían Los
Enanitos Verdes en aquella tristísima canción.
Todos los finales son tristes, eso podría ser el resumen de
este post, nunca es fácil separarse de alguien con quien empezamos con mucha ilusión
pensando que aquello si seria para siempre (forever esconde un over si miramos
bien) Eso esta claro ahora al menos para algunas personas mientras que otras
prefieren negar lo obvio y viven en el pasado, muchos avanzamos y vemos aquello
como una etapa que ya paso, de la que ya aprendimos. Y es que este momento puede
ser un trance doloroso en la medida que nosotros dejemos que así suceda o el
mejor modo de aprender no de los errores sino de lo vivido, ya pasamos el luto,
la negación, el arrepentimiento y la culpa, la gran culpa porque no entendimos
que una relación se construye de dos y se destruye entre dos.
Lo que necesitamos es tiempo, pasada la rabia, la que no
podemos evitar, queda la memoria de las vivencias. Cuando las heridas
cicatrizan uno entiende que hay memorias esperando ser escritas, sueños que
deben ser retomados, llamadas que deben ser hechas y decisiones que deben ser
tomadas y entonces volvemos al camino, al viejo sendero transitado con un corazón
remendado pero fuerte, sano y listo para volver a latir. ¿Ves? Ya paso y no te
diste cuenta. ¿Qué esperas?
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