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Se dice que muchas vidas están ligadas a través del tiempo, conectadas por un llamado ancestral que hace eco a través de los años... y algunos lo llaman destino. 

Tenía dudas sobre como empezar este post, pero luego de mucho meditar aquí estoy. Nuevamente. Hace mucho tiempo que no lo hacia. Que no escribía. Que no me detenía. Siempre corriendo. Años para ser exacto, pero bueno, digamos que el tema apareció y tenia que aprovechar que las palabras aún daban vueltas por mi cabeza. Otra vez.

Una vez, alguien me dijo que se debe escribir sobre lo que uno sienta. Y es cierto, cuando escribes sobre lo que en ese momento te hace sentir -sea bueno o malo- se escribe con más facilidad (y con más corazón) Es algo que sale de ti en bruto, sin filtros, así que allí vamos.

El universo conspiro para volver a escribir y la única frase que puede resumir todo esto, es la que utilice aquí como titulo: Las casualidades no existen. Empiezo a pensar que este universo en particular es muy obstinado, testarudo, terco, empecinado, obstinado, pertinaz, porfiado, tozudo, constante, obstinado, paciente, porfiado, tenaz, terco y perseverante -o tal vez soy yo. 

Por los motivos que sean -ya que me he quedado sin sinónimos- más allá de mi comprensión, existe un algo conspirando de algún modo y al que normalmente no le prestaba importancia. Tal vez es el tiempo correcto, no lo sé, pero últimamente mi universo no para de enviarme mensajes. Casualidades.

Y no son mensajes que puedas contestar con un simple hey. No. Son mensajes un poco más profundos, de esos que te dejan sin palabras al inicio, pero que hacen que puedas conversar sobre aquello que pensabas imposible y que al mismo tiempo te alegra que ocurra. No antes, solo ahora. Y volviendo al tema de las casualidades, existen muchas teorías sobre ellas -y las he buscado todas, porque no tengo todas las respuestas que quisiera. ¿La conclusión? Siempre es la misma. Las casualidades no existen. 

Dicen que son mensajes o señales que algo o alguien te hace llegar para que prestes atención. Es posible. Algunas teorías hablan incluso aquí del nefasto destino, otras de las estrellas que se alinean de un modo particular (15/11), de señales divinas, del espíritu santo, la Rosa de Guadalupe y de un largo etcétera. 

Los árabes tienen también una palabra para esto, y es una de mis favoritas: Maktub. Maktub es una palabra que, en árabe significa lo que está escrito. Si, eso suele ponerme la piel de gallina. Tal vez lo que nos ocurre no son casualidades, son hechos que deben pasar para que se cumpla el plan de nuestra vida. Para que sigamos el camino, que según Maktub ya tenemos marcado. Que tenemos escrito.

Existen muchas teorías en diferentes culturas para expresar lo mismo, que las casualidades no existen y que en todo caso debes prestar atención a estos mensajes que llegan a tu vida en forma de pequeñas cosas alrededor, cosas anecdóticas como llegar tarde al aeropuerto cuando estás a punto de viajar, una fecha especial, un olor, un sonido, una persona parecida-nunca-igual, una copa que se cae, un marco de fotos que se rompe, o lo más habitual, encontrarse a alguien en el sitio -o en el momento menos esperado. Si, justo allí.

Encontrarse a alguien por casualidad, no es casualidad. Son frecuencias que se atraen por algún motivo. A veces es alguien en quien piensas (o con quien sueñas). A veces incluso es alguien que preferiste evitar en su momento, por decisión propia o porque las circunstancias te arrojaron a ello. Olvidamos que todas las batallas en la vida sirven para enseñarnos algo, inclusive aquellas que perdemos. Sobretodo las últimas.

Tal vez esa persona no tenía miedo a las dificultades: lo que la asustaba era la obligación de tener que escoger un camino, uno que significaba abandonar otros. Ese es el agridulce camino por el que transitamos. Esa es la dualidad, el yin y el yang que vive en nosotros. Hoy. Siempre.

Y aún así, está el bendito universo para recordarte que hay alguien allí, que siempre estuvo y que debes prestar atención a ese vínculo invisible. No porque signifique no te ha olvidado, porque esa página ya pasó, sino porque tal vez tu presencia es necesaria de otra forma: una voz amiga, un apoyo sin etiquetas, alguien en quien confiar, a pesar de no decirlo abiertamente. ¿Quién sabe? Es fácil pensar que no es una casualidad, lo difícil es saber que nos quiere decir Maktub.

O igual y después de todo, no hay ningún mensaje oculto en lo que llamamos casualidades. No lo se. Por mi parte, creo que estoy (re)aprendiendo a escuchar lo que el universo quiere decirme, pero de otro modo, uno más maduro, menos niño que ayer. Uno diferente. El universo es mucho más grande que todos nosotros y no creo que se equivoque. Esa es mi teoría.

Así es que la próxima vez que tropieces con alguien, solo detente un poco a pensar ¿Qué me quiere decir el universo? Quizás encuentres respuestas a preguntas que no sabías que debías hacer. Y te sorprendas. 

LAS CASUALIDADES NO EXISTEN Full View



¿Alguna vez te has puesto a pensar a cuántas personas conocemos a lo largo de nuestras vidas? Ese pensamiento ha rondado mis noches últimamente: Amistades. Amores. Corazones rotos. Relaciones que se terminan. Distancias. Viajes, Cambio de dirección (celular y perfil de Facebook). Cambios y más cambios. ¿Cambio nuestra forma de pensar? Tiempo. Bendito tiempo. Paciencia. Ilusión ¿De nuevo? Nuevos sentimientos. Perdemos interés. Un ciclo continúo de amor / pérdida en formas distintas. Naturaleza humana.

A veces el miedo te hace dudar a pocos segundos antes de saltar, no lo dudes. Solo abre tus alas y siente el vuelo... El cerrar puertas y ventanas es bienvenido. Es adecuado. A veces es hasta terapéutico según lo que he podido recoger en mis consultas con mi psicóloga favorita: lo justo y necesario. No es por maldad ni por enfado, es una condición natural debido al desgaste (emocional en el mayor de los casos) en el que estuvimos alguna vez.

Aún así, nunca hay que dar por sentado algo, no tenemos la respuesta mágica para todo. Odios y rencores, así como sentimientos tan extraños como el amor, tienen su tiempo de caducidad, un tiempo en que ya no te importa más, no por un berrinche sino porque has pasado la página con éxito, porque ya no es un asunto de vital importancia de aquellos que solían hacer sonar la alerta roja en tu corazón

Las cosas cambian, la gente se va y la vida no se detiene por nada ni por nadie... Así que no creamos conocerlo todo. No hay verdades absolutas. Eso lo he aprendido con el tiempo, con bastante paciencia y con un nuevo enfoque en tus prioridades, te das cuenta que la vida te lo enseña todos los días y aun cuando todo parecía imposible, algo sucede y cambia el juego en solo un momento.

Como paréntesis podría acotar que en algún momento una persona muy especial para mí se alejó por un malentendido tonto y sin embargo ahora hasta planeamos viajes y reuniones a pesar de la distancia, pero bueno no quiero alejarme del tema principal de este post (Si estás leyendo esto Daniella, te odio solo un poquito, por no acompañarme a lo de Zen éste 19)

Pero bueno siguiendo con el tema del post, estábamos en las rupturas y en lo que fue. Y sí. El terminar una relación de cualquier tipo, puede ser brutal y cambiar tu vida. Sí. Y el alejarnos / encerrarnos es parte de nuestro instinto de conservación, de supervivencia, que como un astronauta en el espacio exterior o un buzo en el fondo del mar: siempre tratará de adaptarse a la mejor de las condiciones para seguir adelante, a pesar de lo adverso que se pueda presentar en su ruta, su camino o la decisión que tome.

Si puedo hacer cicatrices, ¿tengo el poder de sanarlas? ¿Porque aceptamos el amor que creemos merecer? ¿Solo porque sí? Vaya... y en ese camino sabemos que existen tambien relaciones que se pierden sin decir una sola palabra. Esas son las peores tal vez, pero a las que al menos una vez en nuestra vida hemos tenido que enfrentar. Tal vez te ha pasado con un viejo amigo de años, por un asunto pequeño pero que se ha ido acumulando junto con otras cosas que nunca tocaste, que no dijiste y que preferiste callar; cuando de repente has tenido que decir: no más.

Y no te das cuenta de que (tal vez) se ha ido esa persona que considerabas especial hasta que un día despiertas y en un flash, recuerdas un momento agradable (o sueñas con él)  de repente te das cuenta de que no puedes recordar cuándo fue la última vez que hablaste con esa persona (sin pelearte) Pasa en las películas, pasa en la vida real y esa situación nos daña.

A veces las metas tardan en llegar, te invade la inercia, te deja llevar. No te olvides, comprale un traje nuevo a tus sueños... No es necesario golpear para hacer daño: una palabra duele, un silencio duele, una traición duele, el desprecio y la indiferencia también. Dichosos aquellos que se gustan, se tienen y se quieren y aún en los mayores problemas, pueden resolverlos conversando sin asignaturas pendientes ni dejando que se acumule uno tras otro, como una enorme caja en un sótano de tu corazón.

A veces (y solo a veces) pienso sobre por qué pasan estas cosas, sobre por qué algunas personas permanecen como una parte fija de tu vida mientras que otras existen tan solo por un corto tiempo (que no sabemos aprovechar) y algunos llegan y se van a lo largo de los (d)años. Pienso sobre las personas que alguna vez consideré como mejores amigos y que ahora sólo recuerdo o veo al costado de mi ordenador como un frió contacto, a quien siempre vez on-line pero con quien ya no tienes ningún tipo de nexo. Y me siento triste.

Se que no puedes poner la vida de todos por delante y creer que eso cuenta como un sentimiento, eso es egoísmo... Y es desalentador pensar en las personas que hemos amado alguna vez y a las que hemos perdido con el tiempo, por las circunstancias. Pero la vida es así, no la he inventado yo. Hay momentos que no se pueden borrar pero es extraño recordarlos también. Extraño, vaya término para definir un momento por el que pasas ¿verdad?

Si cada lágrima te hace mas fuerte, muerde la vida con uñas y dientes. Hoy, puede ser, que todo empiece a cambiar. Si cada piedra marca tus rodillas y la ilusión se convierte en cenizas, hoy, puede ser que todo empiece a cambiar. Y lo mejor está por llegar... Me gusta pensar que cuando quieres a alguien, sinceramente, ese cariño tiene el poder de vivir en ti para siempre (si, esa parte cursi aún está rotando y es parte de mi yo-utópico). Si, sonrisas por fuera, batallas por dentro pero en el fondo comprendí que nuestra mente es porosa  para el olvido.

¿Aún recuerdas su cumpleaños, su restaurante favorito, lo que calma o pone ansiosa a esa persona especial de la misma forma en que te conocieron en algún momento? Siéntete afortunad@ y no le busques mayor explicación: tal vez algo pequeño te hizo recordar aquello inconscientemente o es el curiosidad que te lleva a querer saberlo todo, pero nada más es eso. Si es que tú no haces nada así como llegó se irá.

Cuando pienso en las personas que se han alejado, sé que en mi corazón aún hay un pensamiento hacia ellos y eso me aterra. De alguna manera extraña y loca así es: sin resentimientos ni falsas promesas. Pero la diferencia entre aquel entonces y ahora es que simplemente ya no es lo mismo. Quizás ese cariño pudiese volver a existir si las cosas fueran distintas, si ambos ya hubiesen crecido un poco, o si nuevamente estuvieran en el mismo lugar. Quizás entonces. Ahora, no lo sé.

El problema es que aquello que sentimos después nunca es suficiente. Ya no somos nosotros. Nos expandimos, crecemos, nos volvemos versiones diferentes con el tiempo completamente distintas a lo que imaginamos, somos el 2.0 de un antiguo yo que no va a volver así llegues a conseguir 1.21 gigawatts y un poco de plutonio para el clásico Delorean que aún no se ha inventado.

Entendí (sin maquinas del tiempo) que algunas personas en nuestras vidas no logran mantener el ritmo que llevamos. Los cambios se vuelven muy grandes o la distancia se vuelve demasiada, hasta que te das cuenta de que ya no recuerdas qué tenías en común con esa persona. Y ese es el inicio del fin, el punto de partida de una nueva historia.

Cada relación tiene sus altibajos, eso lo sabemos. Vivimos esto con amigos, amantes, parejas de muchos años, e incluso con familiares. Todo tiene su temporada como las series que seguimos por TV, pero el impacto de la naturaleza cíclica de las relaciones a menudo puede durar por muchos años después. No todas las heridas cicatrizan del mismo modo, no todos tenemos esa instantánea capacidad de curarnos y sentirnos saludables en un dos por tres.

Tal vez por eso sin esperarlo puedes recibir una carta, un correo o hasta un comentario inesperado y sacarte una sonrisa. Una sonrisa rara porque de verdad no pasó aquello por tu mente. Y no sabes si agradecer o no decir nada, si dejar en visto y seguir tu vida sin que la gripe te siga o escribir un enorme post sin mayor sentido que contestar de algún modo esa intención sincera de saber cómo esta tu vida ahora.

A veces te aferras de un viejo disfraz, de aquel que no sufre con la soledad. Corre el riesgo, amar aunque te duela siempre es bueno... No todas las personas con quienes nos crucemos en la vida se quedarán en esta para siempre, eso creo que lo tenemos claro, pero me gusta pensar que, con cada persona que amamos, ya sea de forma romántica, platónica o filial: nuestra experiencia, nuestra capacidad de amar y de preocuparse por otras personas se expande hasta llegar al infinito.

Infinito, que hermosa palabra: Es justo en ese momento en el que sabes que no eres una triste historia como las que te contaban, como las que ya has vivido. Estás viv@. Y ves las luces en los edificios, escuchando esa canción en tu mente a todo volumen, con la gente que más quieres y justo allí te vuelves infinito. ¿Lo mejor? Vivir así, felizmente y feliz de mente.

Tengo claro que las personas que amamos pueden alejarse rápidamente hasta convertirse en extraños nuevamente, un lejano recuerdo, un sueño o una pesadilla, pero nuestro corazón tiene la capacidad asombrosa de volver a amar y perdonar, dejando de lado los malos deseos o pensamientos que llegaron por allí. Nada dura para siempre, ni siquiera aquella fría lluvia de noviembre.

Y ahora ya no tengo dudas. No tengo remodimientos, ni sombras, ni pecado. Solo tengo unas ganas enormes de volver a empezar. Y de ser feliz. ¿Ves? Hasta lo he escrito... Hay tantas formas en las que nuestro corazón se llena y expande, se vacía y se dobla. Pero sigue vivo y debemos estar agradecidos por ello: cada vez que sintamos que se rompe o que se fractura un poco más, volveremos a pararnos con más fuerza, para sentir de nuevo. Naturaleza humana.

PD. No puedes cambiar lo que alguien es sin destruir lo que fue... Quiero que sepas que ésta es mi vida, no sé si esta todo bien o todo mal, pero allí está. Quiero que sepas que estoy feliz y triste, todavía estoy tratando de averiguar cómo puede ser todo eso posible. Pero ya no culpo a nadie más por un solo detalle en ésta historia: hiciste que no me sintiera solo y ese fue tu mayor regalo, el mejor de todos: La vida finalmente, como dice Diego Torres es como un vals, un paso adelante y otro paso atrás...




SOMOS TODO LO QUE FUE Full View



Escribir en un blog es quizá es una de las labores más solitarias y difíciles que existen. Si, lo digo con conocimiento de causa. A pesar de no tener la presión de terminar un articulo, comentario o crónica como los escritores profesionales creo que damos vueltas sobre el mismo punto que los profesionales: la aparente e inspiradora soledad para terminar aquello que vino a nosotros en forma de inspiración y que por allí trata de escapar. 

¿Quién no ha preferido una noche solitaria para revisar un escrito o para iniciar una nota y revisar la ortografía o releer un manuscrito. Aunque podemos estar acompañados de buena música, un cigarrillo a media luz o una buena taza de café bien cargado, este es un  trabajo que preferimos realizar sin una compañía verdadera. En soledad.

Recalco que es una labor difícil porque conseguir estar inspirado en realidad por momentos puede ser toda una odisea, ahora tenemos muchas distracciones alrededor, como nuestra mal ganada adicción a las redes sociales; de hecho que nos ha hecho perder el hilo conductor de nuestro trabajo en más de una ocasión. Es por ello que muchos preferimos escribir de noche y en la soledad de nuestra habitación. No hay mejor espacio de trabajo que éste.

Particularmente prefiero la medianoche cuando todos duermen. Me gusta escribir en un lugar apartado del mundo, por así decirlo, cargado de mis audífonos y un buen playlist no molesto a nadie y creo un adecuado espacio de recepción de ideas. Me transporto a donde me siento mejor y donde es más fácil ir tras la idea traviesa que intenta escapar pero que finalmente se rinde ante la página en blanco.

De hecho apartarnos del ruidoso mundo no es fácil porque algunas ideas se perderán irremediablemente. Felizmente otras no. Para quienes hemos vivido solos creo que es un tanto más fácil, pero para los que no, puede ser más difícil encontrar la dosis de inspiración diaria, incluso si empezamos motivados sobre todo con los modernos distractores alrededor: prohibido emails y redes sociales (con sonidos irritantes incluidos). No existe 'un minutito' para revisarlos.

Las mejores ideas vienen cuando no las buscas. Eso es un hecho. Por tanto, no hay necesidad de perder tiempo intentando alguna formula mágica, cada uno tiene una particular forma de iniciar el reto de escribir: en silencio, con música, prendiendo un incienso, leyendo previamente algún comentario, tomando una idea que apuntaste en un post-it tiempo atrás y un largo etc. 

Quienes encontramos pasión al escribir, antes que nada, somos observadores por naturaleza. A pesar que en algunas oportunidades las ideas nos caen como hojas de un árbol en otoño, la mayoría de ellas no vienen ´de la nada´ siempre necesitan experiencias previas a las que vamos dando forma, creo que esa es nuestra misión. Empezamos creando en soledad pero esperamos la compañía que viene cuando lo que has escrito tiene respuesta en un comentario anónimo o una crítica (constructiva) a lo que hemos creado. Vaya ironía ¿verdad?

Es por ello que siempre es importante mirar a nuestra alrededor, una gran idea puede surgir de una idea cotidiana: hay mil historias esperando ser descubiertas: entonces si te gusta escribir tambien mira una buena película, lee poesía y sobre todo vive mucho y escucha: cuanto más sepas del mundo en el que estás, más fácil te resultará conectar todos los puntos.

Aún así, quienes escribimos sabemos de antemano que es un oficio solitario por naturaleza. Desde el momento en que tomas la decisión de escribir sabes que la soledad va a ser tu única compañera de viaje porque tu entorno no te va a apoyar en absoluto y te dirá que escribir es ´de locos´, que pongas los pies en la tierra en vez de perder el tiempo aquí y que actualmente nadie lee como antes traducido simplemente como mejor-haz-algo-productivo-con-tu-vida.

Algunos somos bastante testarudos y seguimos al pie del cañón felizmente: soñando, creando, insistiendo, escribiendo, corrigiendo, comentando, compartiendo y viviendo a través de nuestras lineas. Dicen que por eso para dedicarse a escribir hay que intentar tener la mejor relación posible con uno mismo dado que es con quien vamos a compartir todo el tiempo nuestras creaciones. Así que aquí vamos, es tiempo de crear algo nuevo. El escribir será para algunos (poetas y locos) nuestra válvula de escape por excelencia.

TE VEO VENIR SOLEDAD Full View


Hace tiempo que no escribía. Si, lo he escrito antes, lo he pensado muchas veces y sin embargo lo he vuelto a hacer, creo que la musa no me ha abandonado. Y ese terror a la página en blanco lo he superado hace mucho tiempo atrás. Estoy en mi casa del árbol, en mi espacio especial nuevamente y eso me hace muy feliz. Esa sensación de felicidad es mía. Me pertenece.

Pero es cierto, hace buen tiempo que dejé de soltar mis pensamientos de esta manera, hace tiempo que no disfrutaba de mis madrugadas, escuchando antiguos hits de los 90s con los audífonos puestos, para no despertar a nadie en casa, mirando un poco a mi alrededor y disfrutando un poco de este espacio que tenía abandonado.

Hace tiempo que no dedico algo bueno a alguien. Hace tiempo que no tengo pretextos para escribir: solía hacerlo con películas o canciones que daban vueltas en mi cabeza, pero a decir verdad, no he tenido ese cosquilleo en la espalda, que como muerte chiquita, viene junto a la inspiración. Hace tiempo que no pienso en tantas cosas y sin embargo están allí.

Creo que éstas reflexiones vienen siempre antes de un gran cambio, un viaje o un asunto sin resolver que, por cuestiones que aún desconozco, se vuelven presentes. A pesar de todo no he bajado los brazos, ni me he rendido ante nada, no he dejado que el fracaso entre a mi vida, lo he tomado deportivamente a pesar de mi desinterés por ese tena, he sacado una enseñanza de todo y he seguido caminando. A mi modo.

He limpiado mi alma, me siento diferente. Tenía muchas cosas guardadas, las he desempolvado, sacado de sus cajas y las he vuelto a ver después de mucho tiempo. Las he tomado en mis manos y las he dejado partir: todos mis recuerdos empacados han vuelto a ser objetos sin esa carga que les había otorgado: en manos de sus nuevos dueños, tal vez encuentren un camino y un destino (graciosa palabra) diferente.

Es difícil volver a escribir porque a pesar de mi supuesto orden, no tengo uno para escribir, es solo algo que viene a mi mente: ideas y palabras que dan vueltas en mi cabeza y pugnan por salir llegando hasta mis dedos haciendo mucho ruido. Algunas de las teclas de mi computadora ya están gastadas pero ¿qué más dá? Creo que esa es la idea, no pueden quedarse atrapadas.

No me olvidé de lo que prometí años atrás, he recordado mis días de colegio, mis restos de mi infancia, mis sueños antes de la realidad. Fue un tiempo lindo, cuando sentía que no encajaba, cuando faltaba un pedazo de cielo o una luz al final del camino. 

He escuchado la música de aquella época y la he sentido más mía, más cercana, con más significado. Antes acceder a algunas canciones era difícil pero actualmente, al alcance de un click, puedes tener tu propia maquina del tiempo pequeñita.

Recuerdo como con un suspiro llegaba la noche, cuando vivía solo, el tiempo se pasaba muy distinto, las noches eran largas, no habían estrellas, nubes, ni luna. Todo el mundo estaba ocupado en sus cosas y los día solo se sucedían. No tenía tiempo de pensar en nada más. Ahora con más tiempo libre y en una ciudad más tranquila tengo tiempo de sobra. 

Demasiado para mi gusto, pero algo me dice que esos días volverás y tal vez deje de escribir (otra vez) así que aprovecho el tiempo que me queda y lo sigo haciendo. 

Sufro, sufro porque lo merezco, porque la vida no es justa (suena a canción de Luis Fonsi pero es así), y siempre peleo con mi nuevo yo, me agarro a golpes contra el orgullo que me hizo perder algunos amigos y oportunidades de las que ya no tiene caso hablar. 

Ya estoy viejo, tal vez sea eso, reflexiones de un viejo algo cansado pero bueno, ya no hay vuelta atrás, como dicen todos soy un adulto: aunque siento que mi (tonto) corazón sigue siendo pequeño y débil. 

Hoy he vuelto escribir porque siento que vale la pena, sin motivo aparente he vuelto a hacerlo porque no encontré razones para no hacerlo. Tal vez quiero seguir siendo la anónima compañía de algunas personas que me cuentas sus cosas como hace unos años atrás, he vuelto a escribir porque de cierta manera crecí con todo este desorden en mi cabeza, aprendí a vivir con todas esas voces, soñar con ellas y los convertí en palabras.

Las frases vuelan, las voces están allí: arrugo un papel en mi mente y vuelvo a la idea principal. Es gracioso como pasa todo y no poder explicarlo a ciencia cierta, todo vuela de aquí para allá pero no logro atraparlas del todo. Sé que todo, absolutamente todo tendrá un (nuevo) final, pero no sé porque sigo empeñado en continuar. Aún es mi momento, todavía quedan muchas ideas por aquí y por allá. Ya no hay más que hablar, necesito seguir escribiendo.


AQUELLA EXTRAÑA SENSACION Full View



¿Es difícil es olvidar un gran amor? Esa era la pregunta que plantearon en TV hace unos días. Presentaron un experimento en video (que ya es un viral) con soundtrack especialmente compuesto para la ocasión y los resultados fueron bastante 'interesantes'. ¿Qué ocurre al reencontrar a personas que en un momento dado sintieron un amor muy fuerte y que por circunstancias de la vida no pudieron estar juntos? 'Amores de infancia con 14 o 15 años´, ´El amor de mi vida´, ´El chico que mejor me ha hecho sentir pero el que peor me ha hecho sentir también´ y 'La única persona con la que he me sentido así' fueron alguna de las expresiones presentes aquí.

Muchas de estas personas ya tenían pareja según propia confesión o viven felizmente casadas, pero todavía sienten que tuvieron ese gran amor (y que lo dejaron escapar). Luego las mujeres abandonan la escena y aparecen sus 'amores' con una venda en los ojos que se quitan cuando están frente a frente y las reacciones son de lo más variadas.

Entre las parejas que participaron puede notar cariño, amor, besos y algunos imposibles. Todo ello (y un par de discos de Coldplay) me llevaron a escribir y reflexionar sobre todo el tema y a sacar algunas pequeñas verdades en base a mi experiencia: 

Los grandes amores (si lo son) sobreviven al odio más no a la distancia. Se convierten en recuerdos a veces felices, otros dolorosos. A todo gran amor del pasado se le rinde homenaje llorándolo, creo que no hay otra forma y sin palabras de hacerlo. No existe otra. Claro no hay que abusar, sobre todo si lo acompañamos de canciones-corta-venas-greatest-hits-volumen-n.

¿Existen amores inolvidables? Seguramente. No lo sé, la literatura nos brinda muchos ejemplos basados 'en la vida real' creo que en vez de ello existen esos donde amaste, te amaron o sencillamente terminaron odiándose. Un gran amor es siempre un presente, así sea pasado, porque de aquel aprendiste algo importante (o sigues aprendiendo).

Muchos grandes amores se terminan por pequeños errores. Esos que no se conversaron o que esperamos se resolviesen por si solos. A veces uno mira ese gran amor desde lo lejos y sabe claramente que nunca volverá. En ese momento ya no te duele, solo te pesa. Recordar amores del pasado lleva inexorablemente la reflexión de lo que hiciste o te hicieron para perderlos.

Cuando un gran amor se termina, parte de la vida de uno también se muere un poco (tal vez por eso las lagrimas están asociadas a todo el proceso). El error es un gran asesino de amores.

La reflexión que podría poner en negritas es la siguiente: Uno es del tamaño del error que ocasionó que se perdiera el amor de tu vida y es que si uno supiera de antemano que el amor duele tanto, tendríamos muchísimo más cuidado en la forma como amamos y a quien escogemos, pero nunca hacemos caso a la razón, sino al corazón (riman, pero son totalmente opuestos).

Yo en lo personal nunca he tenido rencor a quien he amado profundamente así me haya hecho mucho daño, pero si me he alejado para siempre. A veces nos damos cuenta que fue el gran amor de nuestra vida, cuando él o ella está con su gran amor de su vida (típico). Uno siempre logra superar los amores del pasado (pero que difícil es): no son cuentos, el proceso el doloroso ¡y lo sabes!

A veces el más grande error que hace perder un gran amor es justamente el  haberte enamorado de esa persona, al perderlo te das cuenta que retroceder el tiempo es imposible y solo pasa en las películas. Los finales felices son pocos, están allí pero no para todo el mundo.

¿La contradicción principal? Perder un gran amor, lleva a maldecir el amor y aun así, seguir amando. Siempre pensé que, a veces, los amores llegan tarde o tú estas demasiado temprano. A veces no sabemos amar, otras veces si sabemos, pero el otro no. Al final de todo este asunto, el amor y yo hemos tenido muchas batallas, pagamos los platos rotos y seguimos en la lucha: Yo sin ti y tú sin mí.

GRANDES AMORES, PEQUEÑAS DISCULPAS Full View



Cuando la poesía ya no sirve para el desahogo, algunos empezamos a utilizar la prosa como catársis ante la necesidad de comunicar lo que sentimos. Siempre he admirado tu actitud poética para decir las cosas, sobre todo en tu blog; pero nunca los pude hacer cara a cara. Tal vez es algo que todo el mundo te dice y no quise ser uno más. A mi modo, solo lo he podido hacer ciertas declaraciones por este medio, sin poner nombres cuando a todas luces, algunos de mis escritos tienen nombre y apellido.

Se que prometí además no repetir errores pasados, pero valía la pena intentarlo una vez más. Ahora frente al ordenador le digo lo que no pude hacer contigo (d)años atrás. La última vez que supe de ti, fue hace tanto tiempo que no sabría decirte cuando fue exactamente. Como en una película de David Fincher, me conociste en un momento muy extraño.

Fue en el momento en el que no buscaba nada y tal vez lo encontré todo. Recuerdo que hubo un momento en que sentí que literalmente se me caia el mundo encima. Tal vez fueron las cosas que (no) nos dijimos o las que quedaron a medias pero sentía que tenía un importante pendiente. No me atreví a decirte muchas cosas porque sentía que ya las sabías. Y luego, simplemente fue silencio.

Se cayeron todas las paredes de la casa que creía construir, las ideas de futuro que tenía en mi cabeza se quedaron en una caja de mudanza un tanto más lejos que la última vez y aunque te suene extraño ahora, extraño nuevamente esos momentos: risas, llamadas, reuniones y compartir con una aparente extraña lo que pasaba en ese momento en mi vida sin darme cuenta. Dejaste de ser una extraña cuando menos lo pensé. Antes del silencio lo intenté todo y u poco más pero (ya) no querías oírme. Ya no estabas tú.

Solo tenia algunos recuerdos en la mente ya que todas las evidencias de que no eras un sueño se esfumaron, no habían fotos, no había nada, solo lo que yo podía contar que era poco porque eso también se quedó en ese viaje del que aún no retorno. Esta vez solo era un boleto de partida, no había porque mirar atrás. Te soñaba sonriendo. Siempre sonriendo. Y eso era suficiente para mi, creer que fue lo mejor para ambos.

Prometí no volver a aquella puerta que se cerró y es como si hubiese lanzado la pregunta al aire una última vez. Pero vaya que la vida te da sorpresas, bastante agradables a decir verdad.

Cada vez que cierro los ojos, pienso en todas las conversaciones que perdimos, en tu risa de fin de semana que esperaba con ansias, en tu impuntualidad bonita y de coloridos lentes que me hacía sonrojar. Siempre sentí que teníamos una conexión especial de esas que hablan en las películas, pero no de un modo cursi. Es ese tipo de conexión que no hace falta demostrarla con señales y que sin embargo está allí. ¿Aún esta allí?

Hoy, tanto tiempo después he vuelto a saber de ti. He vuelto a leerte y recordar todo de golpe y es que en una época lejana, extrañamente fui feliz. No me preguntes por qué, pero lo he hecho. No me preguntes como pero todo ha regresado, más calmado y menos triste. Y mientras te leía, he vuelto a llorar así que debo culparte de mi momento kleenex esta semana.

A pesar de todo, quiero darle las gracias. Contigo y de una manera que nunca supe explicar en palabras, supe lo que era sentirse querido, supe lo que de verdad duele la distancia, supe lo que es levantarse cada mañana tarareando una canción de esperanza, sea cual fuere tu respuesta.

Hoy. Ahora. Después de tanto tiempo sin saber de ti, quiero darte las gracias por esos días que se convirtieron en meses, por los meses que se convirtieron en un año. Uno que, espero sepas, no olvidaré jamás. Ni las promesas (que nunca hicimos) y que sigo pensando, están allí. Gracias.

HOY, TANTO TIEMPO DESPUES Full View



¿En qué planeta estuviste los últimos 30 años? Nunca deja de preguntar quién me acompaña ahora por cafés, remates y librerías. Y es que no me acostumbro al caos de la calle a pesar de tener ya tiempo en esta urbe, aún olvido mirar a ambos lados. Digo que no lo sé y no me arriesgo a dar el nombre de un lugar, tal vez porque estuve en un sitio físicamente, pero dentro de mí ya había empezado un largo viaje sin retorno.

¿Dónde estuve? Tal vez no puede etiquetar el limbo, solo tal vez. Rio, reímos y me acomodo el cabello como solía hacer cuando estaba nervioso, señal inequívoca que tu sabias de memoria porque decías ‘conocerme’ y lo pongo entre comillas porque sé a ciencia cierta que no fue así. No eras la primera en notar ese detalle y tampoco la última.

Me acomodo el cuello de la camisa pensando seguramente que no se vestirme bien o que he aprendido, por el contrario, a combinar mis eternos trajes negros con coloridas zapatillas o aquella polera que le disgustaba a mis padres pero que tú amabas. Adoras mis tics y manías, tal vez por ella pasas por alto el que esté ausente en esta platica. Otra vez.

Torpezas más tarde seguimos caminando y entramos a una tienda. Me colocó los audífonos como en aquel video de ´como cuchillo, en la mantequilla…’ y empiezo a tararear el tema. Ese que me atrapa nuevamente y me lleva de aquí para allá en un segundo.

Sabes que la música es parte de mi mundo, pero para mí este universo es totalmente nuevo porque estas tu aquí ahora. Así, entre el track 4 y el 8, siempre el 8, olvido el tiempo transcurrido, las promesas rotas, las lágrimas de siempre y me arriesgo, tontamente a esbozar una sonrisa.

No, no y no. ¿Qué estoy haciendo? No está bien. Salgo de allí asustado, no quiero perderme la película que te comenté por teléfono (te miento) y me alcanzas. Mi corazón vuelve a su sitio y finjo que no ha pasado nada, que es una más de mis locuras y tu asientes.

Tomas mi mano y somos 2 de nuevo, por aquel camino de garúa y frio que nos acompaña ¿no es acaso un soberano cliché el estar tomados de la mano así? ¿La vida puede ser una película después de todo?

Te diré que es la primera vez que la veo pero no es así, no quiero romper la magia de nuestra salida. No lo voy admitir y disimularé bien para que no lo notes, pero el asunto es que todo se convierte en algo nuevo, no son los diálogos, no son las butacas, somos tú y yo. Lo vuelvo a hacer, no puedo fingir que nada ocurre o Puedo decirte que fue la lluvia. Otra vez.

Después de la película siempre comento contigo sobre esa escena, ese color, aquel dialogo, la mirada, la atención y el detalle. Tú dices que sí y con tus comentarios me haces saber que no lo dices de la boca para afuera, sino que contribuyes con tu crítica, que entre ácida y risueña, me hacen olvidar todo otra vez.

¿Te dije que adoro que hagas eso? Amo que lo hagas pero no te lo diré en voz alta. Nuevamente la canción de la tienda toma mi mente y me transporta, busco en tus ojos, enormes y de color caramelo, un punto fijo al cuál asirme y lo logro con dificultad. ¿Está bien sentirme así nuevamente? Creo que sí.

Noto que algo ha cambiado, lo noto como dice la canción de Hombres G que detestas que tarareé porque tal vez te traen un mal recuerdo ¿Celos? No lo sé, no tiene sentido y no tengo el valor de reclamarte nada. Prosigo, camino, me alejo y en algún momento de la plática, digo NO.

Sabes que llegado el momento en el que te evadiré, subiré a mi autobús, me despediré y todo quedará en nada. Volveré a mi capullo y todo será como cuando nos conocimos, cuando te pregunté porque me hacías compañía sin conocerme. Esta vez es distinto. No importa.

Esta vez me acompañas, subes conmigo y ya no me dejas sentarme en solitario, ya no tendré que golpearme contra la ventana por mi insensatez, ya no recordaré tu aroma porque lo tendré a mi costado, ya no repetiré una y otra vez aquella escena pensando en darle un nuevo final porque la noche aún no ha acabado.

Aterrizo, bajo del auto y en silencio tomas mi mano, no dices nada, no digo nada, caminas conmigo rumbo a casa, sucumbo ante la realidad que viene a mí en forma de lluvia ¿será una señal? giro la perilla, suspiro y sé por primera vez en muchos años que estoy de vuelta. He regresado. Pasa. Estás en casa.
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