¿Alguna vez te has puesto a pensar a cuántas personas conocemos a lo
largo de nuestras vidas? Ese pensamiento ha rondado mis noches últimamente: Amistades.
Amores. Corazones rotos. Relaciones que se terminan. Distancias. Viajes, Cambio
de dirección (celular y perfil de Facebook). Cambios y más cambios. ¿Cambio
nuestra forma de pensar? Tiempo. Bendito tiempo. Paciencia. Ilusión ¿De nuevo?
Nuevos sentimientos. Perdemos interés. Un ciclo continúo de amor / pérdida en
formas distintas. Naturaleza humana.
A veces el miedo te hace dudar a pocos segundos antes de saltar, no lo dudes. Solo abre tus alas y siente el vuelo... El cerrar puertas y ventanas es bienvenido. Es adecuado. A veces es hasta
terapéutico según lo que he podido recoger en mis consultas con mi psicóloga
favorita: lo justo y necesario. No es por maldad ni por enfado, es una
condición natural debido al desgaste (emocional en el mayor de los casos) en el
que estuvimos alguna vez.
Aún así, nunca hay que dar por sentado algo, no tenemos la respuesta mágica para todo. Odios
y rencores, así como sentimientos tan extraños como el amor, tienen su tiempo
de caducidad, un tiempo en que ya no te importa más, no por un berrinche sino porque
has pasado la página con éxito, porque ya no es un asunto de vital importancia de
aquellos que solían hacer sonar la alerta roja en tu corazón
Las cosas cambian, la gente se va y la vida no se detiene por nada ni por nadie... Así
que no creamos conocerlo todo. No hay verdades absolutas. Eso lo he aprendido
con el tiempo, con bastante paciencia y con un nuevo enfoque en tus prioridades,
te das cuenta que la vida te lo enseña todos los días y aun cuando todo parecía
imposible, algo sucede y cambia el juego en solo un momento.
Como paréntesis podría acotar que en algún momento una persona muy
especial para mí se alejó por un malentendido tonto y sin embargo ahora hasta
planeamos viajes y reuniones a pesar de la distancia, pero bueno no quiero
alejarme del tema principal de este post (Si estás leyendo esto Daniella, te odio
solo un poquito, por no acompañarme a lo de Zen éste 19)
Pero bueno siguiendo con el tema del post, estábamos en las rupturas y en lo que fue. Y
sí. El terminar una relación de cualquier tipo, puede ser brutal y cambiar tu
vida. Sí. Y el alejarnos / encerrarnos es parte de nuestro instinto de
conservación, de supervivencia, que como un astronauta en el espacio exterior o
un buzo en el fondo del mar: siempre tratará de adaptarse a la mejor de las condiciones para
seguir adelante, a pesar de lo adverso que se pueda presentar en su ruta, su camino o la decisión que tome.
Si puedo hacer cicatrices, ¿tengo el poder de sanarlas? ¿Porque aceptamos el amor que creemos merecer? ¿Solo porque sí? Vaya... y en ese camino sabemos que existen tambien relaciones que se pierden sin decir una sola palabra. Esas son las peores tal
vez, pero a las que al menos una vez en nuestra vida hemos tenido que
enfrentar. Tal vez te ha pasado con un viejo amigo de años, por un asunto
pequeño pero que se ha ido acumulando junto con otras cosas que nunca tocaste,
que no dijiste y que preferiste callar; cuando de repente has tenido que decir:
no más.
Y no te das cuenta de que (tal vez) se ha ido esa persona que
considerabas especial hasta que un día despiertas y en un flash, recuerdas un momento
agradable (o sueñas con él) de repente te das cuenta de que no puedes recordar cuándo fue la última vez que hablaste
con esa persona (sin pelearte) Pasa en las películas, pasa en la vida real y esa situación nos daña.
A veces las metas tardan en llegar, te invade la inercia, te deja llevar. No te olvides, comprale un traje nuevo a tus sueños... No es necesario golpear para hacer daño: una palabra duele, un silencio
duele, una traición duele, el desprecio y la indiferencia también. Dichosos
aquellos que se gustan, se tienen y se quieren y aún en los mayores problemas, pueden
resolverlos conversando sin asignaturas pendientes ni dejando que se acumule uno tras otro, como una enorme caja en un sótano de tu corazón.
A veces (y solo a veces) pienso sobre por qué pasan estas cosas, sobre
por qué algunas personas permanecen como una parte fija de tu vida mientras que
otras existen tan solo por un corto tiempo (que no sabemos aprovechar) y algunos
llegan y se van a lo largo de los (d)años. Pienso sobre las personas que alguna
vez consideré como mejores amigos y que ahora sólo recuerdo o veo al costado de
mi ordenador como un frió contacto, a quien siempre vez on-line pero con quien ya no tienes ningún tipo de nexo. Y me siento triste.
Se que no puedes poner la vida de todos por delante y creer que eso
cuenta como un sentimiento, eso es egoísmo... Y es desalentador pensar en las personas que hemos amado alguna vez y a las que hemos
perdido con el tiempo, por las circunstancias. Pero la vida es así, no la he
inventado yo. Hay momentos que no se pueden borrar pero es extraño recordarlos también.
Extraño, vaya término para definir un momento por el que pasas ¿verdad?
Si cada lágrima te hace mas fuerte, muerde la vida con uñas y dientes. Hoy, puede ser, que todo empiece a cambiar. Si cada piedra marca tus rodillas y la ilusión se convierte en cenizas, hoy, puede ser que todo empiece a cambiar. Y lo mejor está por llegar... Me gusta pensar que cuando quieres a alguien, sinceramente, ese cariño tiene
el poder de vivir en ti para siempre (si, esa parte cursi aún está rotando y es
parte de mi yo-utópico). Si, sonrisas por fuera, batallas por dentro pero en el fondo comprendí que nuestra mente es porosa para el olvido.
¿Aún recuerdas su cumpleaños, su restaurante favorito, lo que calma o pone
ansiosa a esa persona especial de la misma forma en que te conocieron en
algún momento? Siéntete afortunad@ y no le busques mayor explicación: tal vez
algo pequeño te hizo recordar aquello inconscientemente o es el curiosidad que te lleva a querer saberlo todo, pero nada más es
eso. Si es que tú no haces nada así como llegó se irá.
Cuando pienso en las personas que se han alejado, sé que en mi corazón
aún hay un pensamiento hacia ellos y eso me aterra. De alguna manera extraña y loca así es: sin
resentimientos ni falsas promesas. Pero la diferencia entre aquel entonces y
ahora es que simplemente ya no es lo mismo. Quizás ese cariño pudiese volver a
existir si las cosas fueran distintas, si ambos ya hubiesen crecido un poco, o
si nuevamente estuvieran en el mismo lugar. Quizás entonces. Ahora, no lo sé.
El problema es que aquello que sentimos después nunca es suficiente. Ya no somos nosotros. Nos expandimos, crecemos, nos volvemos versiones diferentes con el tiempo completamente distintas a lo que imaginamos, somos el 2.0 de un antiguo yo que no va a volver así llegues a
conseguir 1.21 gigawatts y un poco de plutonio para el clásico Delorean que aún no se ha inventado.
Entendí (sin maquinas del tiempo) que algunas personas en nuestras vidas no logran mantener el
ritmo que llevamos. Los cambios se vuelven muy grandes o la distancia se vuelve
demasiada, hasta que te das cuenta de que ya no recuerdas qué tenías en común
con esa persona. Y ese es el inicio del fin, el punto de partida de una nueva historia.
Cada relación tiene sus altibajos, eso lo sabemos. Vivimos
esto con amigos, amantes, parejas de muchos años, e incluso con familiares.
Todo tiene su temporada como las series que seguimos por TV, pero el impacto de
la naturaleza cíclica de las relaciones a menudo puede durar por muchos años
después. No todas las heridas cicatrizan del mismo modo, no todos tenemos esa instantánea capacidad de curarnos y sentirnos saludables en un dos por tres.
Tal vez por eso sin esperarlo puedes recibir una carta, un correo o
hasta un comentario inesperado y sacarte una sonrisa. Una sonrisa rara porque
de verdad no pasó aquello por tu mente. Y no sabes si agradecer o no decir
nada, si dejar en visto y seguir tu vida sin que la gripe te siga o escribir un enorme post sin mayor sentido que contestar de algún modo esa intención sincera de saber cómo esta tu vida ahora.
A veces te aferras de un viejo disfraz, de aquel que no sufre con la soledad. Corre el riesgo, amar aunque te duela siempre es bueno... No todas las personas con quienes nos crucemos en la vida se quedarán
en esta para siempre, eso creo que lo tenemos claro, pero me gusta pensar que,
con cada persona que amamos, ya sea de forma romántica, platónica o filial: nuestra
experiencia, nuestra capacidad de amar y de preocuparse por otras personas se
expande hasta llegar al infinito.
Infinito, que hermosa palabra: Es justo en ese momento en el que sabes
que no eres una triste historia como las que te contaban, como las que ya has vivido. Estás viv@. Y ves las luces en los edificios, escuchando esa canción en tu mente a todo volumen, con la gente que
más quieres y justo allí te vuelves infinito. ¿Lo mejor? Vivir así, felizmente y feliz de mente.
Tengo
claro que las personas que amamos pueden alejarse rápidamente hasta convertirse
en extraños nuevamente, un lejano recuerdo, un sueño o una pesadilla, pero nuestro
corazón tiene la capacidad asombrosa de volver a amar y perdonar, dejando de lado
los malos deseos o pensamientos que llegaron por allí. Nada dura para siempre, ni
siquiera aquella fría lluvia de noviembre.
Y ahora ya no tengo dudas. No tengo remodimientos, ni sombras, ni pecado. Solo tengo unas ganas enormes de volver a empezar. Y de ser feliz. ¿Ves? Hasta lo he escrito... Hay tantas formas en las que nuestro corazón se llena y expande, se
vacía y se dobla. Pero sigue vivo y debemos estar agradecidos por ello: cada vez que sintamos que se rompe o que se fractura un poco
más, volveremos a pararnos con más fuerza, para sentir de nuevo. Naturaleza humana.
PD. No puedes cambiar lo que alguien es sin destruir lo que fue... Quiero que sepas que ésta es mi vida, no sé si esta todo bien o todo mal, pero allí está. Quiero que sepas que estoy feliz y
triste, todavía estoy tratando de averiguar cómo puede ser todo eso posible.
Pero ya no culpo a nadie más por un solo detalle en ésta historia: hiciste que no me sintiera solo y ese fue tu mayor
regalo, el mejor de todos: La vida finalmente, como dice Diego Torres es como un vals, un paso adelante y otro paso atrás...